Luego en un
semáforo había alrededor de 20 arbustos de color rojo-verde (más rojo que
verde) y observé como el viento los hacía retorcerse con una ligereza extraordinaria,
con tanto sigilo que quién fuera concentrado en otra cosa, no pudo percatar
la belleza de ese movimiento tan sutil. Algo en mi mente dijo <<no es el
viento, es el movimiento producto del aliento de los arbustos, quienes nos
hablan todo el tiempo>>. Luego de meditarlo un rato, y escuchar el pitido
de los automóviles de atrás, llegué a la conclusión de que el viento y el
aliento era lo mismo, sutilmente los arbustos me querían decir algo, pero yo
seguí en mi rutina.
F.D.
F.D.
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