“El alma empujó quizá al hombre en su evolución corporal, pero está cansada de tironear y sigue sola adelante”. Julio Cortázar

viernes, 21 de diciembre de 2012

Novena: Día sexto - el río


Mientras las chancletas se mezclaban entre el agua y la arena, los pies se sentían presos de su naturaleza, las espinillas sentían el roce del viento tan suave, y los muslos, celosos custodiaban las partes nobles, mientras las nalgas resisten el peso del cuerpo posándose sobre una silla blanca. El abdomen sentía también la brisa, aunque si le molestaba un poco más la arena que chocaba en el pecho y resbalaba hacia ella, el cuello bien erguido, los brazos descansados en una mesa blanca, de esas desarmables, una mano sosteniendo una cerveza bien fría, la otra acariciando una mejilla desconocida.  La cumbamba con uno que otro pelo, las patillas bien definidas, la boca reseca, la nariz tapada, los ojos entre-abiertos, la frente con una gota de sudor proveniente del pelo. Un gesto, seguido por un beso en la mejilla, seguido por un trago de cerveza, seguido por el estiramiento de una pierna, luego otra, sucesivamente, los pies ganan libertad, pero, adquieren un poco de dolor en las plantas, que cicatrizan rápidamente una y otra vez las huellas que dejan las piedras en la orilla. La entrada está colmada por muchas de ellas, pero más grandes y espléndidas, cuidadosamente uno por uno, primero el derecho, brrffff que frío, está congelada, la otra brffff, las espinillas, los muslos, y no, hasta ahí no más, pero aquella mejilla que antes acariciaba, ahora te tira agua, la odias por un instante, la amas por el resto de la vida. 

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Loción

Durante muchos años he notado que cada hogar tiene su esencia, su olor. Desde la ropa, lo cual lo notó en alguna ocasión Jorge, un amigo del colegio, '¿vos por qué olés tan bueno ome?', y nos reíamos al respecto. Con la persona que más he notado esto es con mi primo Sebastián, familia la cuál desde muy pequeño supe distinguir su aroma, y desde aquellas épocas (me perdonarás negro por no habértelo dicho hasta la fecha) comprendí que no me agradaba y peor, casi que era alérgico a ese olor que desprendía aquél hogar, es por eso Sebas que casi siempre mis respuestas fueron negativas a las frecuentes invitaciones a dormir en tu casa, además de la invitación en alguna oportunidad a vivir en tu casa en aquellas épocas tan difíciles. Lo que me llama hoy a escribir este pequeño texto, a lo que quiero dedicarle otro rato más de reflexión pero ahora dejándolo materialmente, es ese aroma del que he estado hablando, y lo que me hizo hacerlo justamente en este momento fue el aroma de mi tierra, Valledupar, tan diferente al de mi ciudad adoptiva, Medellín. No sabría ser capaz de describir tan sensacional aroma, y no es sólo cuando viajás en avión, también me había pasado antes en los viajes en bus, cuando te montás en un aparato de esos es como si entraras en una máquina del tiempo, no me gusta bajarme a comer en el camino ya que perdería la sorpresa del aroma... Estás en Medellín, cogés el metro con las dos maletonas al lado, repletas a más no poder, te miran como diciendo 'este va pa' la terminal' y nunca se equivocan, es la virtud de los medios de transporte masivos, la de distraernos un rato, sea durmiendo o imaginándonos la vida de las demás personas... Llegás, resulta que el bus sale en una hora exacta, tiempo que no es suficiente para volver a casa y hacer algo más, así que te quedás en la terminal, es un tiempo inerte el que pasás ahí, sucumbiendo a lo que te pongan en el televisor ahí arriba, todos inertes hasta que llaman, o no falta el que no deja de mirar el reloj. Apenas dejás las maletonas en el baúl y entrás al bus ya es otro cuento, hablaba yo con mis primos de estos viajes y contaban que ellos se toman antes de entrar dos dramamines, y zas, de una te podés zampar un viaje de 18 horas si querés y seguir embobado, el tomar las pastillas podría ser un grave error, conveníamos, ya que si se te sienta al lado una chica bien linda, y zas, le vas roncando todo el viaje, mala primera impresión, pero bueh, de lo que quería hablar era de como al entrar te integras a un nuevo ambiente, el olor a aire acondicionado es irremediablemente asqueroso, entrás a una máquina del tiempo, como mencionaba antes. 
Esta vez no recordaba el aroma de mi tierra, me sorprendió, como tu mamá diciendo 'te lo dije',así mismito me cayó. Bajarse del avión y sentir ese aroma tan diferente, un aroma a vallenato, dirían muchos, pero para mi, es el aroma de mi familia, de mi querida familia, de mis tías, de mis primos... El mundo sabe poner las cosas en su lugar, y si me hizo alérgico al aroma de mi primo será por algo. El aroma es el que decide quién será el amor de tu vida y quién no, porque de pronto te enamorás de una chica, todo bien, hasta que la visitás a la casa y ahí empezás a estornudar, mala señal. En cambio, el instinto busca ese aroma adecuado, el ambiente adecuado, una casa a la que llegás y ten sentás en el sillón con toda tranquilidad, y ella no tiene que desparramarse la ropa en lociones, es ese olor natural el que te atrae, el aliento perfecto, y la temperatura exacta a la hora del abrazo y el beso.