“El alma empujó quizá al hombre en su evolución corporal, pero está cansada de tironear y sigue sola adelante”. Julio Cortázar

viernes, 5 de diciembre de 2014

Afasia


  • No te necesito -hipócritamente dijo sin pensar en lo que esto podría desencadenar-. No es bueno para nadie depender de otra persona, ¿sabes? El amor... es mejor cuando no se confunde con necesidad.

Mientras, la mujer sin poder articular, apenas balbuceaba un llanto desagradable, combinado con flema, lágrimas y un poco de mal aliento. Le había cruzado por encima un tractor, lento, como masticando cada pedazo de su cráneo que se partía en mil pedazos. Quería argumentar, el amor... él. 

Él se marchó, de nuevo, sin pensar en ella. Unos días después, tal vez unas semanas, ella tuvo su discurso preparado. Eran las palabras precisas, todo el contenido que lo podía hacer cambiar de idea. Lo invitó a cenar, pero él no aceptó. Entonces tomó riesgos y fue a su trabajo. Llevó un pétalo de rosa en su bolso, que se había quedado en uno de sus pantalones luego de hacer el amor con él. Tenía un sobre, en él, algunos fragmentos de Cortázar, tal vez un poco de Darío Jaramillo, una que otra anécdota graciosa, un pedazo de "La vie en rose" de Edith Piaf. Además, traía un vino, ya había hablado con su jefe y tenía todo preparado. 

De este encuentro, quedó un rostro todo pintoreteado, con una lágrima que bajaba negra primero por su mejilla, luego directo al suelo. Eran las palabras justas, con el toque de gracia perfecto... Solo había una cosa mal. ¿Fue demasiado tarde, o fue la persona incorrecta? Ay Lucía... I think you just deserve better. 

jueves, 20 de marzo de 2014

La cruz del sur - Tata Cedrón

La canción que hoy les voy a compartir, es de esas que uno escucha y le tocan sutilmente el alma, revolviendo todos los recuerdos del pasado, que para el autor es Buenos Aires. Solo déjense llevar un rato por la música.



La cruz del sur - El Tata Cedrón

Vos ves la Cruz del Sur 
y respirás el verano con su olor a duraznos 
y caminás de noche mi pequeño fantasma silencioso 
por ese Buenos Aires, por ese siempre mismo Buenos Aires. 

Extraño la Cruz del Sur 
cuando la sed me hace alzar la cabeza 
para beber tu vino negro, rnedianoche. 
Y extraño las esquinas con almacenes dormilones 
donde el perfumo de la yerba 
tiemble en la piel del aire. 

Extraño tu voz, 
tu caminar conmigo por la ciudad. 
Comprender que eso está siempre allá 
como un bolsillo donde a cada rato 
la mano busca una moneda, el peine, llaves, 
la mano infatigable de una oscura memoria 
que recuenta sus muertos. 

La Cruz del Sur, el mate amargo 
y las voces de amigos 
usándose con otros. 
Me duele un tiempo amargo 
Ileno de perros y desgracia 
la agazapada convicción de que volver es vano. 

Comprender que un mar es más que un mar, 
que la muerte se viste de distancia
 
para llegar de a poco, lenta, interminable, 
como una melodía que se resuelve al fin 
en humo de silencio. 
Extraño ese callejón 
que se perdía en el campo y el cielo 
con sauces y caballos y algo como un sueño. 
Y me duelen los nombres de cada cosa 
que hoy me falta, 
como me duele estar tan lejos 
de tu caricias y de tus labios. 

Extraño tu voz 
tu caminar 
conmigo por la ciudad.